martes, agosto 19, 2008

¿El trabajo ennoblece...?

Hay épocas en que me siento con la cabeza en blanco y no acude ningún pensamiento a mi. Como si el viento no soplara, como si todo se hubiera detenido.

En esos momentos, el blog sufre.

Estoy segura que necesito unas buenas vacaciones, de esas de estar un mes (sí, 30 largos días) tendida en alguna playa, por ejemplo, y no hacer nada, no preocuparse por nada, no estar centaveando ni angustiada por las finanzas ni por los tiempos por venir, de no leer, no escribir, no ver computadoras, correos ni noticias, 30 días para ser y estar.

Nada más ser y estar.

Y que los pensamientos viajen dentro de mi cabeza como barquitos de velas blancas en un soleado día de verano, cielos celestes y nubes en forma de conejitos.

Es en días así cuando atracan trasatlánticos en mi cabeza, barcos con historias grandes y pequeñas, con pequeños ratoncitos de palabras que se esconden y que yo tengo que perseguir por pasillos y agujeros pero que termino encontrando y hasta haciéndonos amigos.


Repito: necesito bien urgente unas vacaciones largas.

Pero por ahorita, ni pensarlo.

De vuelta a la esclavitud.



¿Quién fue el idiota que dijo que el trabajo ennoblece al hombre?

Quizás se confundió, o alguien lo escuchó mal. Debe ser que dijo: el trabajo embrutece al hombre.

Me siento el vivo ejemplo de eso.

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