Hace cosa de un mes recibí un correo de una amiga. En el correo decía que se había ido al África en un programa de ayuda a muchachos con Sida y que se había quedado trabada en Nigeria porque dejó su bolso en un taxi, perdiendo todos sus papeles, dinero, etc. Necesitaba una ayuda de 4 mil dólares para pagar el hotel donde estaba hospedada, reponer su pasaporte, y comer. Que le enviara el dinero vía Money Gram o Western Union.
Como sé que mi amiga B. está casada, tiene dos hijos y vive en España, me parecía extraño que de pronto se fuera al África. Pero el otro detalle raro del correo era que estaba en inglés. B. lo habla, es cierto, pero no nos escribiría a los amigos en inglés... Sin embargo, el mensaje venía firmado con su nombre y apellido.
Pensé que quizás era en realidad un pedido de auxilio de alguna cercana amiga de B. y que B. nos había reenviado el mensaje buscando cómo ayudar a la amiga en África. Pero luego, era extraño que si así fuera, B. no hubiera incluido una explicación o nota personal.
El caso es que, como leí el mensaje de noche, me quedé pensando en eso y concluí que al día siguiente le escribiría a B. para preguntarle de qué iba aquel asunto.
No hubo necesidad de escribirle. Al día siguiente recibí un correo de ella advirtiendo que lo de la mujer en África se trataba nada más y nada menos que alguien había robado su cuenta de correo electrónico (con todo y contraseña) y estaba escribiéndole a toda su lista de direcciones pidiendo plata.
El robo habría sido así: como la dirección era de Yahoo, días antes le habían enviado algún correo supuestamente de la administración de Yahoo, pidiendo la información de la cuenta, contraseña incluida, pues estaban confirmando si las cuentas estaban en uso o no. B., confiada, envió su información. Y cuando quiso accesar a su cuenta, resultó que cambiaron la contraseña y ella ya no podía entrar ni a su propio correo. Luego se dio cuenta del correo de la estafa.
B. se sintió muy mal por su inocencia pero hay que admitir que hoy en día los estafadores se están esmerando para conseguir nuestra información confidencial en internet.
Algo quizás similar me hubiera pasado. Un día recibí un correo de Gmail diciéndome que si no hacía click en el enlace adjunto y reconfirmaba toda mi información, cancelarían mi cuenta de correo en 30 días. Pero el correo venía en portugués... y eso me hizo sospechar, así es que no hice caso. Volví a recibir el mismo otro par de veces y lo envié a la administración de Gmail, reportando el asunto. Por supuesto que Gmail no había enviado dicho correo.
Varios sitios de seguridad electrónica han hecho hincapié últimamente en que cada día será más difícil que se nos contagie un virus que destruya nuestro disco duro o nos haga perder nuestra información, como fue moda durante un tiempo, y que ahora los delincuentes cibernéticos están más empeñados en lograr nuestra información personal, desde claves a cuentas bancarias, números de tarjetas, de seguro social, y hasta nuestra humilde cuenta de correo electrónico para poder estafarnos o realizar estafas a nuestro nombre.
Todos hemos recibido correos en que nos dicen que hemos ganado un premio de lotería electrónica, o que Fulano de Tal nos escribe para pedirnos nuestra ayuda urgentísima para liberar una millonada que tiene trabada en un banco africano o que un desconocido sujeto decidió heredarnos precisamente a nosotros, que ni sabemos quién era, algunos buenos millones de dólares y varios timos por el estilo. También están los correos enviados a nombres de Bancos que dicen que perdieron su archivo de datos y están reconfirmando informaciones. En fin, las estafas electrónicas están a la orden del día.
Comparto la experiencia desagradable de mi amiga para que estén alertas y para que incrementen sus niveles de malicia y desconfianza. Desafortunadamente no todo es sonrisas en internet, o como me dijo alguien una vez “internet es gratis, algún tipo de peaje hay que pagar”. Ese “peaje” son todos esos estafadores y enfermos mentales de diferentes categorías que muchas veces hacen que uno tenga ganas de apagar la red y no volver a ella nunca más.