jueves, octubre 01, 2009

Gato y Pez, Joan Grant y Neil Curtis

gato y pez.jpgYa mencioné lo difícil que fue tener que ir a Sophos todos los días para dar el taller y luego para otros asuntos. Lo difícil era resistir la tentación de tanto buen libro que hay allí. Tanto buen libro y uno sin plata... por puro deporte me puse un día a contar los libros que me llevaría si tuviera los centavos para hacerlo y paré de contar cuando llegué a 40.


A pesar de todo, por supuesto, tenía que salir con un librito bajo el brazo (y además, dejé un par de apartados para comprarlos en mi próxima venida). Uno de los que compré fue Diario de las estrellas de Stanislaw Lem y el otro fue Gato y Pez, un libro para niños.

Cuando alguien me vio con dicho libro se sorprendió de que fuera a comprarlo. ¿Para qué querés un libro para niños?, me preguntaron. Al principio dije que para leérselo a la Loli. La relación del personaje de la historia con la Loli fue instantánea, no sólo porque son gatos, sino porque la Loli ha tenido amistades, mmm, digamos algo inusuales para un gato: un conejo y una ardilla (no, no se comió a ninguno de los dos).

En el fondo, ya sé que el libro en realidad es para mí. De hecho tengo algunos años de comprar libros para niños, simplemente porque me gustan las ilustraciones o las historias. Me parece interesante además cómo han evolucionado las historias para niños y las ediciones de dichos libros y muchas veces se topa uno con verdaderas joyas de la impresión y de la ilustración. Y luego los textos. Algunos son tan magníficamente simples que son verdaderos tesoros minimalistas. Y me causa envidia, como escritora, porque me parece difícil comprender el mecanismo que lleva a escribir con tanta simplicidad pero a la misma vez, con tanta profundidad. Obviamente el acompañar el texto con ilustraciones de buen gusto ayuda bastante para convertir estos libros en algo atractivo también a nivel visual.

Gato y Pez es la historia de un gato y un pez que se hacen amigos. ¿Cómo? se preguntarán. La verdad es que yo iba leyendo y pensaba que en cualquier momento al gato se le iba a salir el instinto felino y su particular apetito por los pescaditos, pensé que iba a pasar algo como aquella vieja historia del alacrán y la tortuga, pero no pasó. Lo que nació fue una buena amistad entre dos seres disímiles, de mundos opuestos. ¿Y cómo preservar una amistad así? Bueno, los personajes en cuestión encuentran una alternativa salomónica que ya conocerán cuando lean el libro.

El texto de Joan Grant se complementa de maravillas con los preciosos dibujos de Neil Curtis, dibujos todos en blanco y negro y que, a pesar del monocromismo, están hechos con tal complejidad y encanto que uno no puede menos que enamorarse de los personajes y por supuesto de la historia.


Ya me la he leído como 6 veces y voy a por más. Y cuando regrese a las patas peludas y a la cálida pancita de mi amada felina, se lo leeré a ella también hasta que ronronee y se quede dormida y sueñe con sus inusuales amiguitos. Y me quedo pensando en que a la niña que sigo siendo le encanta este libro. Y que los así llamados “libros para niños” deberían de estar también en la sección de adultos, en medio de la buena literatura, y que deberíamos atrevernos a leer más de estos libros para volver a reír, soñar, creer, jugar y ser ingenuos y limpios de corazón de nuevo. Buena falta que nos hace, con tanto amargado y agresivo que anda por ahí...