...
La pregunta más frecuente que he respondido en los últimos días ha sido “¿como te sentís?”, esto en referencia a la salida de mi más reciente libro y a su presentación. A todos les di la misma respuesta: que me sentía como una niña pequeña, una niña a la que recién le regalaron un juguete nuevo y lo tiene entre sus manos, shiny and new, y lo mira y lo mira y casi que no quiere jugar con él de tan bonito que está.
También me sentía como si fuera la primera vez de publicar un libro. Con un ánimo y una ilusión absolutamente inocente, y éste último sentimiento me sorprendió porque es el octavo libro publicado, amén de las más de 20 antologías que han recogido alguno de mis textos. Es, por supuesto, una primera vez en varios aspectos: es mi primer libro publicado en Costa Rica y mi primer libro publicado en 5 años. Pero qué bueno también que uno todavía pueda sentir ilusión de publicar un libro.
Como en esos 5 años han pasado muchas cosas que me han tenido voluntaria e involuntariamente alejada del “mundo del espectáculo”, tenía además una expectativa nerviosa rica acerca del día de la presentación, que se dio anoche en la Feria del Libro.
Me llegué algo temprano para ver algo de libros (y prometo para mañana un comentario sobre la feria en sí), pero entonces me encontré con una amiga que tenía ratos de no ver y ya no nos separamos hasta horas después. Cafés, saludos con otros amigos y conocidos, plática previa con los presentadores para organizar un poco la velada, y luego... ¡a los leones!
Óscar Castillo, editor de Uruk, aprovechó la circunstancia para anunciar algo que yo ya sabía, pero que no tenía autorización para decir antes, y que fue por cierto el anzuelo con el que me pescó Uruk: esta editorial se ha propuesto, no sólo abrir sus puertas a publicarle a autores centroamericanos, sino a zanjar uno de los principales problemas y de las más amargas quejas que tenemos siempre del libro en Centro América y es lo referente a la distribución en la misma región.
Uruk ha formalizado un arreglo de distribución de sus libros a través de la red del Fondo de Cultura Económica de México (que ya tiene toda una red de librerías y distribuidores con los que trabaja), e incluirá entre los libros que promueva, los de esta pequeña pero visionaria editorial costarricense. La distribución abarca desde México hasta Colombia, incluyendo por supuesto todos los países de C.A.
Cuando Óscar me hablo inicialmente de su idea y proyecto, me gustó, lo apoyé, lo aplaudí, pero siempre he creído que cuando se da una circunstancia como esta, el apoyo militante es mejor que las palabras. De ahí que me animara a salir de mi silencio de publicaciones, de una época de años en que dudé mucho si volver a publicar o no. Pero me pareció importante apoyar esta iniciativa con una apuesta práctica. Así saqué al “diablito”, como llamo cariñosamente a El Diablo sabe mi nombre, de la gaveta. Y estoy cada día más convencida que esta apuesta valdrá la pena, no sólo para mí, sino para los escritores y lectores de la región.
En esto, Uruk se lanza como una pionera en un campo bastante virgen. Y ojalá pronto más editoriales tomen conciencia de lo necesario que es regionalizar el libro centroamericano.
Después de este anuncio, cuya importancia creo que fue poco captada por los presentes, pasamos propiamente a la presentación de mi libro. Habíamos acordado un conversatorio, preguntas y respuestas sobre los cuentos, con Anacristina Rossi y Manuel Bermúdez.
Como siempre me ocurre en estos eventos, los comentarios de los lectores, cuya opinión realmente no conocí hasta el momento de estar con el micrófono enfrente, me sorprendió por detalles y coincidencias que ellos encuentran en los textos, simbolos, influencias... me fue curioso que ambos coincidieran en que había un dejo cortazariano en los cuentos, pero también de Ray Bradbury y de Reinaldo Arenas (sobre todo de Celestino antes del alba)... ahora que lo pienso, Celestino (que es mi libro favorito de Arenas), lo leí después de haber escrito el libro, pero eso me ha pasado más de una vez, como cuando Cuentos Sucios, que me dijeron tenía una influencia de Quentin Tarantino. Y no vi películas de Tarantino hasta años después de haber escrito esos otros cuentos.
La participación del público fue poca, debido a que el libro recién salió a la venta y muy pocas personas lo han leído. Sin embargo espero que los muy generosos comentarios de quienes estuvieron en la mesa conmigo hayan incitado a la curiosidad de los presentes (unas 40 personas), a leerlo.
No faltó la representación salvadoreña. Mi queridísimo amigo Manlio Argueta, Salvador Vaquerano, Rafael Menjívar Ochoa y Roberto Laínez estuvieron presentes; además se acercaron a saludarme un par de muchachas con padres salvadoreños. Y también conocí a un par de amigos blogueros, con los que hemos intercambiado correos y opiniones a través de nuestros blogs.
Créanme que estoy contenta, y sobre todo muy sorprendida de los comentarios tan positivos del mismo. Porque siempre pasa que alguien te dice “me gustó el libro pero...”, y con éste es la primera vez que eso no ha ocurrido, hasta ahora. Seguramente habrá a quien no le guste, o alguien a quien le escandalice el tratamiento de algunos temas. Pero no me esperaba comentarios tan positivos (como que es "mi mejor libro de cuentos"), de un libro del que siempre tuve algo de dudas, pero que como pasó guardado tantos años, también pasó cualquier ataque febril de correcciones mío.
En fin, si la publicación del libro es como un parto, la presentación del libro es como la presentación del hijo en el templo. Ahí está ya para ustedes mi diablito. Trátenlo bien. Léanlo, explórenlo, conózcanlo. Y lo mejor, cuénteme que les pareció.
En cuanto pase el alboroto de la feria, estaremos organizando las demás presentaciones, la venta en internet, les daré listas de librerías, etc. Paciencia, que en eso estamos.
Y gracias a todos los que hicieron de anoche, una noche muy especial con su presencia y comentarios.