Hay escritores que les gusta enfrentar su oficio con un par de copas adentro. O en realidad, con un par de botellas. Larga es la lista de escritores aficionados al alcohol: Hemingway, Bukowski, Faulkner, Scott Fitzgerald, Kerouac... esta comunión entre escritores y alcohol sirvió de pretexto a Mark Bailey para escribir un libro sobre el tema.
Hemingway & Bailey's Bartending Guide es un curioso libro aparecido a finales del año recién pasado, donde se enumeran a autores estadounidenses y sus cocteles favoritos, junto a la receta para prepararlos. El libro incluye además ilustraciones de Edward Hemingway, nieto del autor de El viejo y el mar. Junto a todo ello, hay fragmentos de textos de los autores en los que se habla del oficio de beber y alguna frase que posiblemente resuma la filosofía alrededor de beber que, con tanta vehemencia, practicaban estos autores.
"Un hombre no existe hasta que está borracho" dijo Hemingway alguna vez. Y Faulkner aseguró que "la civilización comienza con la destilación".
¿Pero cuál es la relación, en apariencia tan frecuente, entre escritores y alcohol? ¿Se puede escribir estando borracho?
Carson McCullers solía mantener un termo con té caliente mezclado con sherry y bebía del termo durante sus horas de escritura, durante todo el día.
Raymond Chandler había dejado de beber y todo iba bien en su estrenada sobriedad hasta el momento en que se atrasó con un guión que debía entregar pero que no podía terminar porque tuvo un bloqueo de escritor. La única manera de superar el bloqueo fue... volviendo a beber. La leyenda dice que ese guión fue uno de sus mejores trabajos.
Charles Bukowski escribía mientras escuchaba música clásica por radio y bebía whisky o cerveza durante toda la noche.
Hemingway, a pesar de su fama de bebedor, no lo hacía mientras escribía. Lo hacía después de terminar su horas de escritura. Sus años en Cuba lo hicieron preferir el mojito por sobre todas las bebidas.
El alcohol ejerce cierto efecto deshinibidor que quizás, para algunos, es necesario para destrabar las cerraduras de su imaginación, su pudor personal o sus emociones. Sin embargo, pasada cierta dosis, el alcohol también nubla la mente. ¿Será posible escribir por ejemplo, una novela, estando totalmente borracho? Aparentemente algunos autores sí pudieron hacerlo y varios de ellos lo lograron con brillantez. Y aunque no tenemos testimonio exacto de los estados alternos de sobriedad y embriaguez con que fueron escritas algunas novelas, habrá que creer que sí hubo momentos en que el texto debió afrontarse desde la conciencia de la abstención. Porque a fin de cuentas, escribir implica varias etapas de intenso trabajo que no se realizará de manera automática ni de cantina en cantina. El que sigue creyendo que ser escritor es estar borracho todo el tiempo y que los textos se escriben solos, lo siento: escribir implica trabajar, no hay cómo esquivarlo. También es errado pensar que todos los escritores somos aficionados a la bebida y a la parranda, por el simple hecho de serlo.
Es posible que el elemento "soledad" influya grandemente en esto del beber. Recordemos que escribir es el oficio más solitario del mundo. Debe uno aislarse, encerrarse, estar a solas consigo mismo, su mente, sus palabras y sobre todo, con sus obsesiones personales. Y hay gente para quienes la soledad es simplemente invivible. Por otro lado, hay gente que no comprende que un escritor, cuando escribe, necesita, ansía y desea estar a solas, a toda costa. Quizás ahí un par de drinks no caen mal.
Otra suposición es que ese aislamiento, el enfrentamiento con los fantasmas y obsesiones personales y posibles frustraciones a la hora de redactar, "obliguen" a un par de cocteles para desconectar el cerebro del lado oscuro que puede posesionarse de un escritor en dichas soledades. Pensemos también en la cantidad de escritores y poetas suicidas. El mundo de la literatura no es precisamente un paraíso...
Hay gente que cree que quien escribe embriagado o drogado no es capaz de hacer un buen trabajo o que su trabajo no es "meritorio" porque escribió, digamos, en un "estado alterado artificialmente". Me permito disentir. A fin de cuentas, alcohol o drogas no te transportan a otro planeta sino a otras capas de tu interioridad, a lugares que a veces no se está dispuesto a acceder desde la sobriedad. Con esto no estoy insinuando que para escribir es imprescindible utilizar estimulantes. Pero considero que el que escribe debe conocerse bien a sí mismo y saber cómo funciona mejor a la hora de escribir. Y si siente que su lucidez y su fluidez narrativa están en su pico después de varias copas pues... ¡salud! Y a escribir.
1 comentario:
es correcto....el oficio más solitario del mundo.
¿y qué nos queda?: un coro de imbéciles que se autoproclaman "nuestros" personajes, un juan -o john o jean o miroslav si tienes la suerte y desgracia de ser traducido-, una chepa reseda que vende el cuerpo en el capítulo seis, saciando con ello "nuestras" necrofilias, zoofilias y otros poemas de amor. Un collar de huesos y victorias pírricas.
Y que no se le ocurra a algún cristiano tañer en la iglesia la hora de "nuestras" obras completas -si es que todavía van a misa "nuestras" obritas a confesarse por nosotros-. Luengo se arrastra el lloro de esas campanadas, encerrándonos con gran éxito en las maquinitas de monsieur Morel.
¿Y qué nos queda?: una libación que todos los dioses desoyen.
Pero aquí estamos, ya lo ves, con un pie en la boca y el otro en la tumba. Si tan sólo durara un rato más -que la misma eviternidad- éste bálsamo que apenas nos cubre de pies a cabeza, dejando siempre fuera los pies.
es correcto... qué muchedumbre más solitaria...
por no decir ¡Qué trago más rico!
[Abrazo]
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