lunes, febrero 06, 2006

El Código DaVinci


Hay libros que para mí entran en la categoría de "no lo voy a leer a menos que alguien me lo preste o me lo regale". Y ni aún eso es garantía. Pero tenía un auténtico interés por leer El Código DaVinci de Dan Brown, sobre todo por el fenómeno que se ha suscitado alrededor de él. Programas de televisión en Discovery Channel, Infinito, National Geographic, CNN, todos intentando ampliar la información planteada en el libro. Tours hacia Europa con el objetivo de ir a los lugares que menciona el libro. Una avalancha de publicaciones, algunas mejores y otras peores, con toda la información relacionada con el libro. Y por supuesto, otra avalancha de libros, sobre todo novelas, que tratan de retomar el estilo, el formato, el tema. DaVinci, María Magdalena, la descendencia de Jesús, el Santo Grial como más directos y obvios, pero también otros libros donde alguien busca un código o un documento u otros misterios. Por supuesto, habrá una película (y hasta se tardaron para hacerla), con super estrellas en los roles estelares (Tom Hanks, Audrey Taoutou, entre otros). El día que se estrenó el trailer de la película en internet, no sé cuántos millones de personas lo vieron. No. No exagero: fueron millones en un sólo día. Y ya no digamos los millones y millones de copias vendidas del libro en todos los idiomas imaginables. Y las millones más que se seguirán vendiendo porque van a sacar la edición de bolsillo super-barata para que nadie en este planeta se pierda la maravillosa oportunidad de leerlo. ¿Qué tiene ese libro que ha movido a millones no sólo a leerlo, sino a apasionarse por su historia?

Una amiga, fan del libro, me prestó su versión de lujo: pasta dura, ilustrada, en papel satinado (muy útil la versión ilustrada para ver algunos detalles que se mencionan). Y leí.
Contrario a las masas, no me enganchó. No lo leí en dos días. Me tardé como un mes. Y las últimas 50 páginas, francamente confieso que las leí por encima porque ya no aguantaba más. Pero el problema es mío, claro. Es un problema que me pasa mucho últimamente cuando leo. No puedo dejar a la escritora fuera de la lectura. Algo que me enseñó este libro, con toda y muy clara obviedad, es cuándo un libro es bueno y cuando no. Concluí que un libro es bueno cuando me hace olvidar a la escritora, cuando me abstrae del mundo real y me lleva a creer en lo increíble, sin fijarme en la redacción, en los puntos y comas, en los adjetivos, en la estructura. Cuando me sumerjo en la historia como una nadador en aguas claras que le permiten ver el fondo y descubre mundos maravillosos, nuevos, aterradores, increíbles.
El libro de Brown es malo, a nivel "literario" (porque realmente es impropio calificar esto de literatura), porque están expuestos todos los mecanismos y las trampas que un escritor puede utilizar. Y también todos sus errores, lugares comunes, incongruencias e inconsistencias. Son tan obvias que cualquier lector inteligente las podrá ver desde la primera página (el uso innecesario de puntos suspensivos a cada rato, como para dejar un pensamiento sugerido o el uso de cursivas dizque para confiarnos los pensamientos de los personajes). Si el Sr. Brown hubiera quitado esas frases en cursiva... si no hubiera puesto tanto.... punto.... suspensivo.... toda historia puede resultar una gran novela si se cuenta bien.
No les voy a contar el argumento porque de todos modos ya en Mayo (creo) sale la película y de seguro va a estar más emocionante que el libro. Pero en poquísimas palabras, y para que se entienda parte del bululú, es que supuestamente el Santo Grial es María Magdalena (y no la copa en la que se sirvió el vino la noche de la Última Cena) y que existe una sociedad secreta llamada Priorato de Sión que guarda estos secretos que el Opus Dei quiere usurpar para garantizar el reinado de la religión con sus dogmas intocables, como la virginidad de Jesús, y que DaVinci era miembro de dicho Priorato y que en su obra hay claves ocultas para descrifrar algunos secretos y que hay dos personas, hombre y mujer que por supuesto terminarán en miau miau, que están buscando dichas claves pero encuentran algunos cadáveres y también hay persecuciones y policías y largas, demasiado largas peroratas explicativas para que el lector (y no la chamaca del cuento) entiendan de qué va todo lo que el autor quiere decir.
Un libro que puede leer en un avión, mientras está tratando de olvidarse de que éste puede derrumbarse en medio del océano o explotar por alguna bomba, o que puede leer en un aeropuerto porque el avión se ha atrasado unas 8 horas porque hay mal tiempo en algún lado o situaciones semejantes. No tema: todas sus preciadas neuronas quedarán intactas, no hay desgaste cerebral alguno.
Después de leer el libro pienso:
1.-Puedo comprender de algún modo la fascinación masiva por el libro. Entre los temas religiosos, espirituales, esotéricos (este libro es cualquier cosa, menos un libro esotérico, aunque así se empeñen en venderlo), el tema de Jesús y María Magdalena revuelve expectativas y especulaciones interminables y hasta fantásticas. También la búsqueda del Grial ha estimulado la imaginación de muchos. Y digo esto porque cuando la gente llega a Europa en estos tours del Código DaVinci, la gente cree que va a encontrar algo o que está ante una verdad absoluta. A fin de cuentas, se supone que estamos ante una novela de ficción y no ante un documento con pruebas verificables.
2.-Hay un daño que quedará como consecuencia de este fenomenal éxito. Absolutamente nadie que quiera volver a escribir una novela con códigos, Jesús o María Magdalena, el Grial y demás temas comprendidos será tomado como inocente y dirán que quiso repetir el libro de Brown.

¿Hay una fórmula para un bestseller? Obviamente no. Hay libros mal escritos que cautivan a las muchedumbres. Hay libros excelentes de los cuales a veces ni nos enteramos. Así de desbalanceado es el mundo editorial, y el mundo literario.
Y mientras usted leyó esto, Dan Brown ha ido muerto de la dicha a depositar otro cheque millonario en su cuenta bancaria... ah, que suerte tan incomprensible la de algunos.

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