jueves, abril 15, 2010

De héroes y milagros

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No me olvido de escribir.

No me abruma el silencio.

Movimiento, velocidad, tiempo que parece útil pero que finalmente es perdido.

¿Cómo explicar que la columna vertebral de mi cuerpo sean un montón de letras continuadas, como hormigas que sostienen el cuerpo y amansan el alma? ¿Cómo explicarlo para que alguien, por fin, lo entienda?


Poesía, poemas, versos.

Alberto Guerra Trigueros, Francisco Gavidia, Raúl Contreras, Claudia Lars.

“Instante y elegía de un marino” de Lars.

Leerlo pronto, en voz alta, en una ciudad frente al mar.

A veces no se entiende qué quiere la vida de uno. Por qué aprieta tan fuerte sus tenazas de cangrejo. Pero cuando afloja, hay que saber escapar. O aceptar el respiro. Y gozar el escape, disfrutarlo.

A veces no se entiende por qué nada.

A veces te ponen a prueba y luego, hay recompensa. Doble.

A veces falta arrojo y ponerse en plan María Félix.


María Félix y Agustín Lara.

Veracruz.

Habitantes angustiados sobreviven una nevada mortal en Buenos Aires y luchan contra extraños invasores en El eternauta, que ahora leo.

John Cheever y la sed que nunca acaba.

Absolut. Nostalgia de un bar en Guatemala.

La carta que nunca escriben. ¿El inicio del cansancio?

Una intensa, curiosa, obsesiva, grata, sorprendente fantasía dominguera.

“De qué callada manera se me adentra usted sonriendo, como si fuera la primavera y yo muriendo; y de qué modo sutil me derramó en la camisa todas las flores de abril. Quién le dijo que yo era risa siempre y nunca llanto, como si fuera la primavera, no soy tanto; en cambio qué espiritual que usted me brinde una rosa de su rosal principal”.


Un gallo aplastado en la carretera.

El camino más corto a la lavandería.

Flores que se quiebran. Geranios que renacen.

Hablar de tatuajes.

Envolver un regalo.

Abrazar a una gata y decirle “gracias por ser tan fiel”.

Agradecer algo desde el sótano del corazón.

Esperanzas. Árbol de la literatura mantente firme.

La imaginación: abrir puertas y estar en un balcón frente al mar. Oler la sal. Naufragar la pupila en el turquesa del agua.


Extraños sucesos. Inexplicables sucesos. Cosas desconocidas que ocurren entre telones y que hacen que seres antes agrestes ahora te hablen como si fueran mansos gatitos.

Un afiche de Monseñor Romero, el más joven de los profetas.

Héroe: un hombre que cumple con su palabra. Un hombre que cumple con su palabra y que con eso te ha salvado en muchos sentidos y él no sabe la dimensión del bien que ha hecho.

Hoy conocí a mi héroe.

Y mañana me voy.

Un milagro. Y al regreso, cumplir una promesa.



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