jueves, octubre 29, 2009

Ché: Guerrilla

chequer.jpgSe ha dicho que Steven Soderbergh y todo el equipo de producción decidieron partir en 2 la película biográfica sobre el Ché, por motivos de comercialización. Les parecía difícil que los espectadores desearan sentarse 4 horas y pico a ver una película. Después de haber visto la segunda parte, me parece que la decisión fue sabia, aunque no tenga que ver precisamente con asuntos de marketing.

Ché: Guerrilla se concentra estrictamente la campaña del Ché en Bolivia. Si la primera película culmina en el momento en que el Ché y su gente van camino a La Habana luego de la huida de Fulgencio Batista, ésta retoma la historia mucho tiempo después, comenzando exactamente en el momento en que Fidel Castro lee la carta de renuncia y despedida del Ché y en que, públicamente, no se sabe dónde está. Es decir, hay un salto de poco más de 6 años donde no sabemos de los primeros años de la revolución cubana, el tiempo del Ché como ministro de Industria y presidente del Banco Central, entre otras funciones más, y la campaña en el Congo.


El Ché se ha disfrazado para entrar bajo otra identidad en Bolivia, se despide de su familia y emprende aquella fallida aventura. La película se concentra en la recepción de los flamantes combatientes, los entrenamientos, la construcción del campamento, el asma que afecta al Ché y luego los combates que culminan con su captura y muerte.



Haciendo contrapunto con la primera parte, esta segunda es lenta, con un planteamiento absolutamente diferente. De ahí que se me haga difícil creer que todo estuvo concebido desde un inicio como una sola larga película. La primera parte utilizó como elementos narrativos el contrapunto entre la campaña de la Sierra Maestra y el viaje del Ché a Nueva York para dar su discurso ante el plenario de las Naciones Unidas en 1964 (esto último presentado en un blanco y negro granulado que le daba aires de documental). Además, en off, se escuchaban párrafos de La Guerra de Guerrillas y de algunos otros escritos del Ché, lo cual ubicaba dentro de un contexto histórico e ideológico lo que estaba ocurriendo.

Faltó información de contexto en la segunda parte. ¿Por qué se fue a Bolivia y no a otro país a formar una guerrilla? ¿Cuáles eran las circunstancias históricas del país en ese momento? ¿Cómo fue la recepción de los partidos políticos de izquierda ante esa idea? Acaso hubieran hecho falta, como en la primera película, fragmentos del diario del Ché en Bolivia para ser incluidos como contexto. El contrapunto de la primera parte está totalmente ausente en esta, donde la historia se cuenta de manera absolutamente lineal, alterada brevemente por las reuniones del presidente boliviano con gente de la CIA para organizar el combate contra la guerrilla y la eventual captura y eliminación del Ché.

Otro detalle que me pareció errado fue el uso de algunos reconocidos actores estadounidenses que, aunque de origen hispano, no dominan bien el español y estaban en roles prominentes donde era necesario un buen acento ya no se diga boliviano, pero por lo menos un fluir más natural del español. Lou Diamond Phillips como Mario Monje, secretario del PC boliviano, se mira forzado. Tampoco me convenció Joaquim de Almeida como el presidente René Barrientos.

Pienso que si la película se hubiera mostrado en su totalidad, esta segunda parte hubiera sido un peso que hubiera desmejorado el resultado total. Esta segunda parte es lenta, menos clarificadora de la situación o los personajes, tanto del contexto como de las motivaciones. Sin embargo, se rescata la fotografía y la actuación de Benicio del Toro.

Me parece también, y en todo caso, que para quienes no tengan referencias o mayor conocimiento sobre quién era el Ché Guevara, estas películas son un punto de partida que pueden motivarlos a leer sus escritos y a explorar más en su historia personal. Aunque, como ya dije en el comentario sobre la primer película, es posible que el símbolo se imponga y que las pasiones ideológicas distorsionen la verdad, distorsionando para siempre el mito creado alrededor del Ché.

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