Siempre que viajo tengo la extraña sensación de que vivo en una dimensión paralela pero ajena a “la vida real”. Me desconecto tan completamente de todo, a pesar de que veo noticias y leo el periódico, que las cosas parecen ocurrir más lejos de lo que ocurrirían si yo estuviera en lo que uno llama “casa”. No es que ocurran en otro planeta, ni en otro país, sino que ocurren exactamente allí, en mi vida que no es la de siempre pero en una dimensión paralela, en una dimensión ajena a la realidad. Ocurren “allá donde vivo” pero no ocurren “aquí donde estoy”. Como si la realidad cotidiana fuera la única “real” y la realidad pasajera de un viaje fuera irrealidad.
Quizás esa sensación viene de la desconexión o del rompimiento absoluto de las rutinas. Estar en otros lugares, ver otras gentes, comer de la manera en que uno no come usualmente, hacer cosas en otro horario… la realidad se trastoca. Ese rompimiento de la rutina muchas veces me parece mucho más agradable, aunque no sé cuánto tiempo sería capaz de soportarlo. Vivir sin horario, sin obligación, haciendo las cosas con una flexibilidad limitada de tiempo (es decir, hay un límite y es la fecha de partida). En fin, yo me entiendo.
Todo esto para decir que, en medio de un periódico me encontré una muy discreta nota sobre el suicidio de David Foster Wallace, un escritor bastante desconocido en nuestras latitudes. De toda la gente que conozco sólo hay uno que yo sé lo ha leído.
A Foster Wallace lo leí hace años. Un librito llamado Brief Interviews with Hideous Men (Entrevistas breves con hombres repulsivos). Lo leí (y me lo hice traer de los USA), porque había leído maravillas sobre el tipo. Me llamaron la atención algunas historias, su sentido bastante irónico y cáustico del humor y algunos recursos como la utilización de notas al pie de página o de un tono tan serio que no sabías si lo que leías era un ensayo, una nota de periódico o qué. Es un libro que todavía conservo, por cierto. No volví a atravesarme con nada suyo en el camino. Y tampoco volví a saber mucho de él.
En fin, la esposa lo encontró ahorcado en su casa el viernes pasado. Tenía 46 años. Y su novela Infinite Jest o La broma infinita fue incluida en una selección de críticos del Times como una de las mejores 100 novelas desde 1923 al día al presente.
miércoles, septiembre 17, 2008
Las dimensiones paralelas y el suicidio de David Foster Wallace
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