Pocos días antes de salir para Guatemala me di una vuelta por un par de librerías para mandarle unos libros de regalo a un amigo que vive en El Salvador. En esa búsqueda me topé con la sorpresa de que una librería había sacado varios libros de la editorial Minotauro a precios de remate. Entre las joyas que encontré estaba Los cristales soñadores de Theodore Sturgeon.
Luego de consultar con mi amigo para saber si le interesaba, si lo conocía o si ya lo tenía, volví a la librería para comprarle su respectivo ejemplar y me entretuve más tiempo viendo bien todos los títulos, por si hallaba algo más. Y vaya que lo encontré. Por fin, después de años de búsqueda, pude encontrar Solaris de Stanislaw Lem, uno de esos grandes clásicos que uno DEBE leer y que no había tenido el chance.
Mi dicha sería completa si se apareciera en mi camino La guerra de las salamandras de Karel Capek, el escritor que por primera vez utilizó el término “robot” en una de sus novelas. El término, sugerido por su hermano para una de sus obras teatrales, se supone viene del checo “rabota” que significa “trabajo”.
Ahora todo es que tengamos tiempo para leer, leer, leer...
Cuando compré mi copia de Los cristales soñadores tuve que ir después al banco precisamente a comprar unos dólares para el viaje. Así es que ahí mismo la comencé a leer y me pegué una enganchada que no pude soltar el libro hasta casi llegar a la mitad en el mismo día. Me lo llevé a Guate, aunque allá leí poco y lo terminé de leer en los dos días siguientes de mi viaje. Pero si mis circunstancias hubieran sido otras, estoy segura que lo hubiera leído en dos sentadas, porque así de fascinante resulta.
Theodore Sturgeon fue un autor estadounidense de ciencia ficción. Llegó a escribir guiones para la famosa serie Star Trek. Su nombre quizás no es tan conocido como el de otros autores del género. Pero no por ello es “un autor menor” ni mucho menos despreciado. Si hay alguien que habla muy bien de él es Ray Bradbury. Y Kurt Vonnegut Jr. admite que Sturgeon es una de sus influencias.
Pese a que la ciencia ficción fue el fuerte de este autor, se me hace difícil pensar en Los cristales soñadores como perteneciente al género. Pero luego, también hay que admitir que géneros como la literatura fantástica o la ciencia ficción se han estirado a tal punto que no pueden limitarse a características definidas. En fin, no soy una que se detenga en las clasificaciones.
Ésta es la primera novela de Sturgeon, publicada en 1950. Cuenta la historia del huérfano Horton, quien desde pequeño está inexplicablemente ligado a un muñeco llamado Junky, que tiene como ojos dos cristales. Horty (como se conoce a Horton), huye de la casa de sus padres adoptivos y termina viviendo con un grupo de “freaks” o fenómenos de feria. La feria está dirigida por Pierre Monetre, conocido como El Caníbal. El capítulo 5 del libro, y que es el que cuenta la historia de este personaje, es de las mejores cosas que he leído en años.
No cuento más porque luego me acusan de contar toda la historia y estropearles la lectura (o la película, dado el caso). Pero bueno, ésta es una novela que vale la pena leerse y cuya lectura he disfrutado muchísimo. Le encantará a todo aquel que ande en la onda de la fantasía y la ciencia ficción.
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