Cada vez que escuchaba a alguien hablar con gran entusiasmo de Facebook sentía como que me estaba perdiendo de algo. Así es que un día me metí a averiguar de qué iba el asunto. La única manera de hacerlo era abriendo una cuenta, cosa que hice. Me di una vuelta por la página pero no entendí mucho ni le encontré nada fascinante. Así es que desactivé la cuenta y me olvidé del asunto.
Pero con el tiempo, comenzó a ser más la gente que me decía que “debería” abrir una cuenta en Facebook, que era muy útil (para qué sería “útil” nunca me quedó muy claro), que era interesante y no sé qué cosas más. Llegó el caso que me lo dijeron 3 personas en un mismo día, 2 de ellas cuya opinión y criterio respeto mucho y dije bueno, probemos de nuevo.
Abrí una cuenta, esta vez sí, con la intención de mantenerla activa un rato a ver qué pasaba. Y ahí estoy por el momento.
Luego de un par de semanas de estar usándolo y leyéndolo, debo decir que puedo comprender por qué para algunas personas resulta mejor que tener un blog o un twitter y que, incluso, la gente interactúa más por ese canal que, por ejemplo, a través de un correo electrónico normal. Por ahí he podido ver cómo están de grandes los hijos de una amiga muy querida que vive en España y he podido por fin lograr unas palabras de un par de amigos que son incapaces de contestar correos electrónicos.
Facebook presenta una manera más ágil de colgar mensajes, fotos, videos y enlaces, y se hace altamente participativo pues permite también que las personas registradas como “amigos” cuelguen mensajes en tu “wall” o mural, como yo prefiero llamarlo, aunque la gente lo llama “muro”.
Sin embargo, hay muchas cosas que me desagradan de Facebook:
- La imposición de abrir una cuenta para poder saber de qué se trata o para permitir que otros lean tu página. Se supondría que es por “seguridad”, pero al final cualquier persona puede abrir una cuenta con cualquier nombre y apellido y andar por ahí, pidiendo “amistad” de cualquier persona.
- El sistema de pedir y aceptar “amistades”. Yo soy profundamente quisquillosa con la aplicación de la palabra “amigo” y ciertamente no puede considerarse que toda la gente que se conecta con uno en internet lo sean o lo lleguen a ser en la vida real.
- Esto de las amistades convierte a Facebook (o Facistbook, como dice alguien que conozco), en una suerte de club privado al que se accede por invitación y aceptación. Lo que allí publico, por lo tanto, no llega a ser leído más que por ese público cautivo. Por lo tanto, no es una gran vitrina ni me parece (por lo menos no puedo concebirla así), como un directorio para buscar productos o empresas o personalidades. En todo caso, lo que circula libremente en internet tiene para mí algo más de peso o validez que lo que voy encontrando en FB.
- Una cuestión eminentemente técnica pero que me molesta es no poder usar cursivas o negritas, o poder editar después las notas para corregir errores.
Lo que sí parece algo positivo es que hay gente que, por lo menos por esa vía, está accesible y en contacto con los demás. Tengo muchos amigos que viven en otros países pero que sufren de cierta limitación o rechazo al ejercicio de la escritura o de los correos electrónicos. O que quizás, por la naturaleza de su oficio no tienen ganas o energía para sentarse a escribirle a los amigos.
Aunque me gusta la agilidad de publicación y el sistema de pestañas que clasifican el contenido, el blog sigue siendo para mí el espacio más apto para lo que deseo hacer público en internet.
Hasta el momento, tanto Facebook como Twitter me han servido, sobre todo, para compartir enlaces e información cultural, que ha sido por lo demás, la intención detrás del blog también. Ambas páginas las considero un complemento directo de este blog y si alguien me leyera en los 3 espacios, podría hasta encontrar la información repetida. En ese sentido pienso también que la popularidad que han tomado tanto FB como Twitter ha dispersado a los lectores de blogs o que ha modificado la misma naturaleza de los blogs. Cada día parece menos la cantidad de gente que actualiza a diario el suyo.
Lo ideal sería, por lo menos para mi gusto, que las plataformas de blog se convirtieran en algo más ágil y que permitieran la facilidad de compartir enlaces y otro tipo de material, que tuvieran maneras de clasificar la información para permitirle al lector una búsqueda más ágil o una lectura más selectiva. Claro, esto podría lograrse quizás mandando a hacer una página diseñada a mi gusto. Tampoco nadie me impide publicar 5 o 6 entradas diarias aunque fueran de una o dos líneas...
Hace poco leí un artículo donde se preguntaban si Twitter y Facebook están matando los blogs. No lo sé. No lo creo. (Valga la oportunidad para aclarar que si he estado algo intermitente en este blog ha sido por extremas limitaciones de tiempo... y con lo rápido que resulta publicar en Twitter o FB, he lanzado por ahí algunas sugerencias de lecturas que luego resumo en mis Tutti Frutti del blog). Lo que sí creo es que la expansión de las redes sociales mencionadas han reducido el número de lectores de blogs y que, al final del día, los que leemos blogs ya sólo lo hacemos de manera muy selectiva y de aquellos que sabemos mantienen entradas regulares y de nuestro gusto.
Lo cierto es que las redes sociales en internet se expanden y que por no sé qué enajenación que tenemos con la velocidad y la rapidez de las cosas, esperamos métodos más breves, efectivos y fáciles de contactar a los demás.
Y digo “contactar” porque la comunicación, la verdadera amistad, no se logra con un par de frases colgadas en un mundo virtual, sino en el tú a tú cotidiano; y las verdaderas redes sociales son aquellas construidas en base a la comprensión, al conocimiento del otro, al afecto y a la identificación que se logra y que nace en la vida real, la de carne y hueso.
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